Pensar en Alejandro, es pensar en AMOR en mayúsculas, es sentir la emoción de unos padres que querían ser papás. Es recordar a un bebé de casi 4 kilos espléndido que no paraba de sonreír y de buscar mi cámara a cada “click" que sonaba, de no dejar de mirarme y de hacerme cucamonas para llamar mi atención, hasta que finalmente cayó rendido de sueño.
Gracias chicos por abrirme de par en par las puertas de vuestra casa y dejarme reflejar la alegría de vuestro HOGAR y de vuestro hijo y cómo no, gracias a ti Alejandro por regalarme esas miradas que me las llevo ya en el recuerdo. Solo me queda deciros un... ¡hasta pronto!