Como fotógrafo infantil, no hay nada que más me ilusione que ver como una embarazada se te acerca y te pide que quiere que le hagas un reportaje del embarazo y que después, a los días, cuando su bebé haya nacido vayas a su casa a fotografiarle y ver cómo se ha desenvuelto todo.
Te sientes parte de su familia, de su núcleo más íntimo y familiar, pues aunque eres un mero observador a través de la cámara, te involucras, sientes y compartes la ilusión de esa familia, es como si volvieses una vez tras otra a dar a luz y a sentir en tus brazos a ese fenómeno que es tan difícil de describir con palabras.
Con Cristina y David comencé dando un paseo por nuestro maravilloso Parque de El Capricho (Madrid), les apetecía algo distendido y relajado, y lo conseguimos, nos recorrimos todo el parque entre fotos y risas, contando sus andanzas en el embarazo y sus miedos y debilidades como cualquier mujer que está en ese estado. Nos lo pasamos bien y nos despedimos hasta el día del parto, que me mantendrían informados.
Así pasó, después de muchas horas de preparación, salió Martin, un bebé precioso, dormilón y comilón como deberían ser todos al nacer. Me mantuvieron informados, pues como un miembro más de su familia recibí la noticia con ilusión y alegría.
Días después nos juntamos en su casa, en su hogar, donde nada más abrir la puerta olía a él, a bebé, a calor humano. Con mucho tiempo y calma le hicimos el reportaje de recién nacido, con una madre y un padre que solo tenían ojos para ese bebé y a pesar de sus días cansados estaban encantados de lo que les había venido encima, no podían dejar de mirarle. Y eso hice yo volver a observarles…
Gracias chicos porque como otros futuros padres me habéis dejado vivir esta experiencia tan maravillosa con vosotros, es como volver a ser madre de nuevo, no sabéis lo que me agrada. Gracias también por ser tan encantadores y buenas personas, por dejarme compartir aunque sea unas horas ese bebé tan fabuloso que tenéis. Ha sido un placer y lo sabéis… Así que... ¡hasta la próxima!
